Si a menudo sientes unas ganas repentinas de comer y no puedes evitar el picoteo entre horas, presta atención. Conocer las diferencias entre hambre y ansiedad por comer, es muy importante para identificar cada situación y tomar así decisiones inteligentes. Hacerte con el control y cumplir con una alimentación variada y rica en nutrientes, evitando el picoteo compulsivo, te ayudará a conseguir tus objetivos, a optimizar tu salud y a sentirte mejor contigo mismo/a.
Sentir impulsos repentinos por llevarse ciertos alimentos al a boca, generalmente nada saludables, es algo que le ocurre a muchas personas. Sin embargo, no resulta nada saludable y, además, denota cierta falta de control emocional. Hay diferencias entre hambre y ansiedad por comer que suelen ser fáciles de identificar. Sin embargo, frenar estos impulsos no siempre resulta sencillo. Y es que en muchos casos este comportamiento está motivado por cuestiones emocionales que conviene atender. De hecho, hace un tiempo se utiliza el término “hambre emocional” para referirse a esta necesidad irreal e innecesaria por ingerir alimentos. Si te sientes identificado/a y entiendes la necesidad de ponerle solución, intenta trabajarlo a nivel interno. Debes saber que es muy normal no tener todas las respuestas a los conflictos emocionales y pedir ayuda, si es necesario, siempre será positivo. A continuación, te contamos algunos rasgos característicos, tanto del hambre como de la ansiedad por comer, que te ayudarán a detectarlos y a echar el freno a tiempo.
Diferencias entre hambre y ansiedad
Inmediatez, ¿hambre o ansiedad?
Cuando tenemos hambre, sentimos una necesidad de comer que va en aumento de forma progresiva. Podemos aguantar sin ingerir nada durante un largo tiempo sin urgencia. Por otro lado, la ansiedad por comer surge de forma repentina y con una necesidad inmediata por saciar el apetito en este momento. Ese sería el primer rasgo que nos ayudaría a detectar lo que estamos sintiendo. Si surge un impulso repentino por comer y necesitas satisfacerlo de forma urgente, probablemente estés experimentando ansiedad y no hambre real.
Alimento en concreto
En segundo lugar, cuando tenemos hambre, sentimos que casi cualquier cosa nos viene bien para saciar el apetito, independientemente de que tengamos predilección por unas opciones u otras. Sin embargo, la ansiedad por comer se manifiesta con el deseo por consumir ciertos alimentos en concreto que, generalmente, suele ser con alto contenido calórico. En este sentido, cuando observemos que necesitamos comer, por ejemplo, chocolate inmediatamente, deberemos intuir que estamos dejándonos llevar por la ansiedad y no por una necesidad real.
Sin importar la saciedad
Cuando nos alimentamos para satisfacer la necesidad física de ingerir alimentos, llega un punto en que nos sentimos saciados y necesitamos dejar de comer. Por el contrario, podríamos estar comiendo sin parar, a pesar de estar llenos, cuando el impulso es fruto de la ansiedad o hambre emocional. Identificar y ser conscientes de cuándo estamos saciados, nos permitirá parar y respetar así las demandas de nuestro organismo.
Sentimiento de culpa
Comer cuando tenemos hambre y satisfacer las necesidades de nuestro cuerpo, no nos genera culpabilidad. En cambio, comer porque sí, de forma compulsiva y con incapacidad por frenar, suele venir acompañado de un sentimiento de culpa nada beneficioso. Conseguir una relación saludable con la comida es fundamental para estar sanos a todos los niveles, ser dueños de nuestras decisiones y sentirnos tranquilos/as. Si te sientes identificado trabájalo y, como hemos explicado, pide ayuda para identificar las causas que te generan ansiedad. Vencerás y tu vida será mucho más plena y satisfactoria.
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